sábado, 31 de octubre de 2009

viernes, 3 de julio de 2009

Uruguayos homenajeados en Hamburgo

El Instituto Cervantes, aparte de sus conocidos cursos de español, normalmente organiza eventos con el objetivo de promover la cultura de habla hispana en general. La propuesta de esta noche en Hamburgo consistió en una conferencia sobre el escritor uruguayo J.C. Onetti, en homenaje a su centenario, y una exposición fotográfica de Nicolás Coitiño, titulada "De Montevideo a Rocha". Para deleitar otros sentidos hubo también música en vivo, empanadas y vino uruguayo para todos los asistentes. Quisiera destacar que el Ministerio de R.R.E.E. de Uruguay siempre colabora en estos emprendimientos a través de sus consulados y embajadas, realizando de esa forma un auténtico servicio a los que estamos lejos y necesitamos reunirnos y compartir este tipo de cosas. Es fácil hablar y quejarse cuando no se hace nada, en este caso me parece importante subrayar lo que sí se hace y bien ya que me he visto directamente beneficiado.




No sólo disfruté de una velada magnífica y tuve la oportunidad de conocer compatriotas, al tiempo que veía como una mayoría de extranjeros dedicaba una tardecita de calor sofocante a escuchar , ver y degustar cosas bien uruguayas, con evidente placer; sino que recorriendo los pasillos del instituto tuve la posibilidad de hacer una vez más el viaje desde la capital hacia el este, como tantas veces en aquella otra vida, como cada día sueño volver a hacer.







Partí de un palacio legislativo que algunos observadores alemanes llamaban palacio „del parlamento“, seguí por calles montevideanas llenas de colorido y detalles originales, visualizé restaurantes donde me daban unas ganas irresistibles de estar y comerme una milanesa, o una parrillada como la que mostraba en primerísimo plano una de las otras fotos...





El faro del Polonio me anunció que ya estaba en pleno territorio rochense, donde para mi sorpresa Aguas Dulces estaba mucho más representada en imágenes que cualquier otro sitio del Uruguay:
El camino al costado de lo del Popo, un termo y un mate en la playa, lo del Chato y la Kachimba agitando hace ya unos añitos atrás , revelando fisonomías de personas conocidas, como en el caso Marcos de toda la vida...









Fue un momento inesperado de encuentro con una parte de mí, si se quiere, una parte de mí expuesta allí en los pasillos de la „Chilehaus“ en el centro de Hamburgo para muchas personas durante una semana.

Y allí, „enfrente a lo del Chato“ me quedé parado un buen rato, hasta que se acercó el fotógrafo y nos pusimos a charlar y no tardamos en maravillarnos cuando varias personas se detenían a hacer comentarios. Unos decían : „eso es en Aguas Dulces!“, otros „ Cómo es que se llama el dueño de ese almacen?... Ah, el Chato, claro!“, o simplemente : ...mirá lo del Chato San Martín! Algunos eran uruguayos, otros alemanes... Y yo pensé: qué bueno que tanta gente recuerde el lugar con evidente cariño pero el único especímen verdaderamente autóctono aca soy yo. Y allí permanecí un tiempo más hasta que me decidí a seguir rumbo al Chuy.






Más tarde, en el tren de regreso a Schwerin pensé que sería bueno compartir esta anécdota con los protagonistas que imagino estarán allá refugiados del frío en sus respectivos ranchos, cerca del fuego...y me pregunté qué pensarían si supieran que esas fotos se venden aquí a 50 euros.

Ojalá que se vendan muchas y creo que el que supo capturar tan bien la esencia de un lugar en un momento dado y se encarga de difundirlo por el mundo presentándolo de manera artística, se merece ganar algo.

Así fue como hoy el Instituto Cervantes y el Consulado General del Uruguay en Hamburgo homenajearon a Juan Carlos Onetti, y al Chato San Martín.

sábado, 20 de junio de 2009

La primavera avanza ...

...y los colores del jardín cambian cada semana

Ahora reina el turquesa, como el de ciertos ojos...

o celeste, como el cielo de mi país...








jueves, 7 de mayo de 2009

VIAJE A DINAMARCA




Cuando uno se siente un tanto agobiado por la rutina y necesita romper la monotonía de sus días, uno empieza a mirar con otros ojos las invitaciones que recibe y hasta puede llegar a embarcarse en una aventura de consecuencias insospechables sin saberlo. Eso fue precisamente lo que me sucedió hace pocos días. Me invitaron a un paseo de tres días por el Mar Báltico en una „embarcación“ (vaya uno a saber de qué tipo...), sin darme más explicaciones y yo acepté encantado. Aparentemente recorreríamos unas islas alemanas en condiciones climáticas favorables. Por lo tanto, y dado que en mi jardín había podido disfrutar de días casi de verano, aproveché a sacar mis bermudas, remeras y sombreros que todavía estaban en el rincón menos accesible del ropero. No olvidé llevar protector solar ni traje de baño....

Fue un viaje agradable en coche hasta Stralsund (una ciudad que me encantó) ,y desde allí en ferry hasta el pequeño poblado de Kloster, en la isla Hiddensee (una versión alemana de Barra de Valizas). En el puerto de Kloster descubrí que la mencionada „embarcación“ era un velero bastante pequeño, con capacidad para 6 personas. Ya conocía a cuatro de mis compañeros de travesía. La quinta integrante de una tripulación bastante heterogénea, Birgit, me cayó muy bien y resultó ser una gran persona. Sin tener la más mínima experiencia descubrí a los cinco minutos que se esperaba mi colaboración para zarpar y durante el viaje. Esto no es tan sencillo cuando las órdenes (jamás antes escuchadas) son emitidas en alemán, pero yo puse lo mejor de mí y resultó ser hasta divertido...A las pocas horas ya estaba tras el timón intentando mantener el curso correcto.

La mar estaba serena...
serena estaba la mar...

No es tan difícil como suponía, pero tampoco es fácil y la primera vez uno debe concentrarse bastante ...Por fortuna hoy día contamos con una excelente tecnología de navegación digital que ayuda muchísimo a encontrar el rumbo...Mi mente, liberada un 100% de sus ocupaciones de rutina, se encontró pronto inmersa en pensamientos insólitos , como en lo difícil que resultaría todo aquello en tiempos de los vikingos. Cómo se podía navegar sin satélites, computadoras, cámaras digitales, refrigeradores repletos de cerveza, microondas y teléfonos móviles? Y hablando de vikingos, en alta mar me enteré que íbamos a Dinamarca, allí nomás, cruzando el charco, pero con un clima, paisaje y cultura algo diferentes. El destino era la isla de Mon, con sus acantilados de piedras de tiza, su campiña tan nórdica , su idioma y sus „Koronas“. Para mí fue una nueva experiencia cultural, algo que me gusta mucho. Pasamos dos noches en el puerto de Klintholm, confraternizando con la gente de las embarcaciones vecinas (todos alemanes), y dos días recorriendo los pueblos de la zona y las maravillosas costas. Allí se puede hablar alemán que todos te entienden , y también inglés (cosa que no es tan sencilla en la parte de Alemania donde vivo). Mi sorpresa fue grande cuando en un restaurante italiano (uno de los únicos tres que hay en Klintholm), el camarero me habló en perfecto español (eso no se da muy a menudo en estas latitudes y merece una mención).

El regreso debía ser el martes por la mañana, lo más temprano posible ya que el trayecto marítimo tomaría no menos de ocho horas. El lunes la puesta de sol fue magnífica en el puerto de Klintholm así como las posteriores horas en cubierta, tomando cuba libre bajo la luz de la luna, escuchando un Cd de Falco y „camaraderenado“ sin parar en un alemán que me salía mejor con cada cuba libre.

La mar estaba serena...
Serena estaba la mar...

Sin embargo, grande fue mi sorpresa al despertar el martes en medio de una tormenta singular.

La mar ya no estaba serena...el viento norte soplaba con fuerza inusitada levantando grandes olas que chocaban espectacularmente contra el resguardo del puerto. Recuerdo haber pensado: no podemos salir a alta mar en esta cascarita de nuez con semejante oleaje, cosa que confirmó Norman, nuestro capitán, minutos más tarde. Todos teníamos el resto del día disponible, pero era necesario estar en tierra alemana a la mañana siguiente. La tormenta pasaría en unas horas...o no? Pues no, en la administración del puerto nos dijeron que de hecho se esperaba que empeorase y siguieran esas condiciones por muchos días más. Habría un pequeño receso al mediodía, y el capitán decidió que debíamos partir entonces sin demora. Yo me preocupé algo, pero sin tener una idea cabal de lo que estaba sucediendo...Al rato recibía la orden de vestirme con mis ropas más abrigadas y ajustarme unos arneses reglamentarios para sujetarme del punto firme más cercano mientras permaneciera en cubierta...pues íbamos a partir. Cuando tuvimos todo pronto, un aguacero nos obligó a aguardar unos minutos más, hasta que finalmente zarpamos ante la mirada incrédula de nuestros vecinos. Apenas salir del puerto el velero comenzó a sacudirse violentamente y debo confesar que sentí miedo. Si bien confiaba en la habilidad y experiencia del capitán y su ayudante principal, hay que reconocer que las fuerzas de la naturaleza pueden ser imponentes y exceder la capacidad de reacción de cualquier hombre,. Y para ser mi primera vez , una tormenta de esas características era bastante....El movimiento de „todo“ en la parte interior hace que el lugar más seguro en esas circunstancias sea en cubierta. Aun así, las grandes olas hacen que el velero se mueva mucho, y peligrosamente hacia los lados y no es una gran tranquilidad permanecer en cubierta. Ni hablar del frio reinante en aquellos momentos en que el viento provenía del norte y mis jeans estaban mojados.
Bastante ron y cerveza la noche anterior, papas chips, mucho pan y fiambre en el desayuno, más tazas de café que lo acostumbrado y enormes olas provocando sacudidas fenomenales fueron más de lo que mi estómago pudo resistir. A nadie le sorprendió que vomitara, y tampoco fui el único. Por suerte o gracias a Dios , a medida que el viento nos desplazaba rápidamente hacia el sur, la intensidad del oleaje fue disminuyendo y en un par de horas todo volvió a la normalidad. Pudimos disfrutar de otra puesta de sol memorable mientras nuestro velero „Nephi“ se aproximaba al puerto de Stralsund.











jueves, 5 de febrero de 2009

PRIMAVERA 2009

Este año el esplendor de la primavera se adelantó considerablemente.
Tras unas semanas de mucho trabajo en el jardín, por fin llegó la hora de sentarse a disfrutarlo....

he aquí algunos de sus rincones:
en la medida en que tenga tiempo,iré compartiendo más imágenes)



























De AGUAS DULCES a SCHWERIN

Una vez más experimento la maravillosa posibilidad de cambiar radicalmente de vida tras un simple desplazamiento geográfico.

Qué distinto se ve, se oye, se huele, se degusta y se siente todo aquí, del otro lado del mundo!

Qué diferente se habla, se piensa y se actúa!

Esto que al principio me fascinaba y luego me asustaba se está convirtiendo en un hábito más.Ya no me toma mucho tiempo adaptarme al estilo de vida de turno, sucede casi automáticamente...

Ya no es una cuestión primordial elegir entre aqui o allá, ya considero una vida repartida lo más equitativamente posible entre los dos polos como una alternativa viable a corto plazo.

Aunque si tuviera que elegir, sin la sombra de una duda me quedo con el sur.


Para ilustrar algunas fotos propias y otras tomadas prestadas de Google Earth.











































Hace unos días viajaba en un 121 de Pocitos hacia el centro de Montevideo y un intérprete ambulante se subió con su guitarra para cantar la "Chamarrita Pal Que Se Va" de Zitarrosa.

Por alguna razón me quedaron grabados algunos versos:

"No te olvides del pago si te vas pa la ciudad
cuanti mas lejos te vayas, mas te tenes que acordar.

(...)

Y si sentis tristeza cuando mires para atras
no te olvides que el camino es pal que viene y pal que va."